Celtíbero

Taller creativo para mostrar lo que se escribe. la percepción del mundo, los sentimientos.
Escenario para mostrar tu "yo".


Pájaros de barro

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy cierro yo el libro
de las horas muertas;
hago pájaros de barro...
hago pájaros de barro y los echo a volar.
Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy rechazo la bajeza
del abandono y la pena.
Ni una página en blanco más.
Siento el asombro de un transeúnte solitario.
En los mapas me pierdo,
por sus hojas navego.
Ahora sopla el viento,
cuando el mar quedó lejos hace tiempo.

Ya no subo la cuesta
que me lleva a tu casa,
ya no duerme mi perro junto a tu candela.
En los vértices del tiempo
anidan los sentimientos.
Hoy son pájaros de barro que quieren volar.
En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.
Ahora sopla el viento,
cuando el mar quedó lejos hace tiempo,
cuando no tengo barca, remos, ni guitarra,
cuando ya no canta el ruiseñor de la mañana.
Ahora sopla el viento,
cuando el mar quedó lejos hace tiempo.
En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.

Manolo García


La parranda de un premio inédito ( IV entrega)


Al regresar al kiosco, la fiesta tímidamente se reiniciaba, entonces, Unaldo empezó a contar cómo había obtenido el premio, haciendo gala de su gran capacidad oral, nos refirió el cuento a todos los que estábamos presentes.
Inició el relato como un juglar, esos de antaño, quienes iban de pueblo en pueblo, a lomo de mula  y con guitarra  o acordeón en mano contando noticias.
‘El Moñoñón’ tomó la guitarra  y le arrancó   tonadas bajitas, esas que llegan al corazón y con voz profunda hizo de su historia una breve canción.
Fue en la madrugada del 26 de diciembre del 2010, que Unaldo José Rocha Calderón, ‘El Moñoñón’, se coronó Rey en la categoría canción inédita en la  versión XXII del Festival Tierra de Compositores de Patillal.
Lo memorable de aquel momento, lo sentimos en la narración de su protagonista, quien nos interpretó la canción’ Patillal es Patillal’, un merengue cantado al ritmo de guacharaca, caja y acordeón.
‘…A mí me gusta Patillal  porque es una tierra grata, de una historia inolvidable, Ampliamente conocida por toda nuestra nación
A mí me encanta Patillal por la esencia de su raza, su música incomparable Que alegrado tantas vidas con bellos cantos de amor
El rinconcito que a Escalona vio nacer, la cuna de Molina el buen pintor Pesebre innato de canciones y placer
Herencia noble del romántico folclor donde se siente la humildad sincera y fiel de un pueblo hermano alegre y trabajador…’
Esa canción desbordó de alegría y emoción a doña Maricela y a ´La Piche’. También  logró contagiarnos a todos los presentes, de ese orgullo vallenato, orgullo que siente Unaldo al decir ‘Mí riqueza más  grande, siempre ha sido, ser quien soy’.
Habían transcurrido muchas horas de parranda, el whisky escaseaba, pero el ánimo seguía intacto, las gargantas reclamaban graciosamente el “amarillito”, porque una parranda a secas es imposible seguirla. Una caja más de whisky surgió de la ‘vaca’ y entre bailes, cantos e historias el tiempo transcurrió.
Cuando el gallo cantó, ya despuntaba el alba acompañado del sonido de un acordeón. Cada canto, cada historia, dejaron notas cifradas, que en el tiempo aguardan, secretamente su entonación.
La parranda de un premio inédito ( III entrega)




Los primeros ritmos de caja, guacharaca y acordeón.
Los primeros ritmos de caja, guacharaca y acordeón arrancaron a eso de las 3 de la tarde, la casa estaba llena,  amigos venidos de pueblos cercanos como el Patillal y la Paz, eran recibidos con una botella de whisky, un plato de sancocho o chivo asado.
El kiosco, se  convirtió en una especie de ‘Gallera’ en donde al ritmo de  cumbias, puyas, sones y merengues se improvisaban versos y canciones de temas sugeridos por los asistentes, también se referían historias y  se ‘mamaba gallo, todos los allí presentes practicaban el oficio de hablar en serio ´’mamando gallo’.
La parranda fue interrumpida por ‘Chucho’ un hombre de  42 años, delgado y alto que andaba las calles del pueblo en bicicleta y cuyo oficio de pregonero, había heredado de su padre. ‘Chucho’ llevaba siempre consigo un megáfono, con el daba cuenta a los ‘Sandieganos’ de los sucesos relevantes del pueblo,  y es que esa tarde  a la par de la parranda del ‘Moño’, se afrontaba  con tristeza el  sepelio de un notable del pueblo, el señor Notario.
Los gritos de ‘Chucho’ alertaron a ‘La Piche’ quien inmediatamente ordenó suspender la parranda, el tiempo que le tomara al muerto y a sus dolientes recorrer la calle 8 y doblar justo en la esquina para seguir el camino al cementerio. Doña Maricela con profundo pesar exclamó: ¡Muchachos, estamos de fiesta, pero también de funeral, a los muertos se les respeta!
Al frente de la casa del moño vive ‘Chayo’, vecina, amiga entrañable del ‘Moño’, quien al escuchar al pregonero , inmediatamente corrió como alma en pena a su casa, a despertar a su hijo de dos años quien dormía, lo levantó de la cama antes que pasara el cajón con el muerto y que este se llevara el alma de  su hijo con él, ‘Chayo’ , con su hijo en brazos y despierto, volvió a la casa de Unaldo, todos estábamos en la terraza esperando el paso del ‘finado’ Notario para en medio del olor a whisky desearle un descanso en paz.
Emiliano Daza, un amigo del ‘Moño’ a medio trascurrir el desfile, no  pudo evitar hacer un chiste ‘ahí va el señor Notario, va para el barrio de los acostados’
Con muchos whiskies en mi cabeza, no sé, en realidad cuantos, no pude evitar sentirme en el ‘Macondo’ mágico, en ese que va desde la alegría a la profunda tristeza, el que celebra la vida y llora sus muertos, a ese macondo de fiestas y funerales.


La parranda de un premio inédito ( II entrega )




14 de Enero de 2011.
A las 8:25 a.m.  Hora que marcaba un antiguo reloj de cuerda, me levanté aturdido por los quejidos de un chivo que horas más tarde deleitó el paladar de los invitados.
En el patio estaba Unaldo impartiendo las instrucciones a las personas que le colaboraban, eran vecinos y amigos de cuadra.
‘La Piche’  preparaba un Sancocho de gallina criolla en una  estufa a leña, mientras en el traspatio, ‘Capirro’, un tío del ‘Moño’,  amolaba el cuchillo con el que sacrificaría al chivo.
Todo estaba listo. En el ‘Kiosco’ situado en el patio, las sillas, taburetes y mecedoras  ubicadas en forma de media luna, dos cajas de whisky Old Par 12 años, dos cavas provistas con suficiente hielo y por supuesto la caja, la guacharaca y el acordeón.
Los primeros  invitados llegaron temprano a eso de las 11 de la mañana, el festejo se inició con  un almuerzo ‘sancocho de gallina criolla’ ofrecido a sus familiares y amigos más cercanos.
Los nacientes acordes de la parranda  no fueron producto de los instrumentos  ornamentales del vallenato, sino de un equipo de sonido acompañado de cuatro bafles que medían aproximadamente 1.20 cm de altura cada uno.
La parranda inició con vallenatos de antaño de Rafael Escalona, Leandro Díaz, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Carlos Araque, entre otros; de tantas historias convertidas en canción,  fueron sonando un sinnúmero  a petición de los invitados, ya el whisky estaba  en cada una de las manos y además de ambientar, aclaraba gargantas y calentaba las acuerdas vocales de los que, más adelante interpretarían alguna canción o improvisarían un verso.


La parranda de un premio inédito ( I entrega )



El 13 de enero de 2011, alrededor de las 7 de la noche pisé por primera vez tierra vallenata. Daba cuenta de ello el aroma a guayaba mezclada con almendros, la brisa fría que soplaba desde la sierra  corriendo alocadamente  por  las calles del centro de la ciudad, llevándose consigo el calor de la tarde  y  la tonada nostálgica de un  viejo acordeón interpretada por un hombre mayor  de frente fruncida y  pensamientos perdidos en sus adentros.
La noche vallenata tiene su encanto, encanto que percibí debajo del manto estrellado de su cielo, mientras caminaba sobre los adoquines que conforman la mítica Plaza Francisco el Hombre, hoy conocida como la Plaza Alfonso López.
De repente el pito de un carro irrumpió de la nada y me trajo de vuelta al allí y al  entonces. El grito desaforado, la risa desparpajada y el abrazo cálido de un amigo me dieron la bienvenida a una tierra de ensoñación, de acordeón, de corazones alegres y de  cantar vallenato.
Unaldo José Rocha Calderón, hijo noble del pueblo de Sandiego, me invitó a conocer su tierra, su casa, sus amigos y a festejar con él en una parranda vallenata el título obtenido en la categoría mejor canción inédita en el Festival Vallenato del Patillal.
El ‘Moñoñón’ hombre de estatura modesta, caminar de pato, cuerpo rondacho y adulador al hablar, narró sus anécdotas juveniles de trasnocho y Old Par, mientras recorríamos el camino que desde Valledupar nos llevaba a su tierra natal, San Diego (Cesar).
20 minutos duró el trayecto, que sirvieron para conocer brevemente el inicio musical de este compositor- versificador. Unaldo José,  el ‘Moñoñón’, compuso su primera canción a  la edad de 15  años, inspirado en su primer amor Emilce, la niña más linda de su cuadra. Cantó brevemente lo que su memoria le permitió recordar y con esa emoción de adolecente entonó ‘… Enamorado, estoy enamorado, traigo mi alma cargada de emoción, dejé a un ladito las penas del pasado, anda tranquilo y alegre el corazón. Me enamore de una mujer chinita, de condición como la quería yo…’ con esa canción ‘El Moño’ dio su primera serenata,  acompañado de tres amigos del colegio quienes  tocaron la caja, la guacharaca y el acordeón.
Entre risas y cantares cortos  me enteré gratamente que mi amigo era nieto de  Andrés Becerra, hombre relevante del folclor vallenato y quien es nombrado en la canción “Mi hermano y yo” de los hermanos Zuleta.
El carro se detuvo frente a la casa  marcada con la nomenclatura calle 8 N° 2c-51, “La casa del matriarcado”. Sentadas en la terraza en un par de mecedoras de mimbre, estaban su abuela, doña Fortunata Segunda Viuda de Calderón más conocida como ‘La Piche’  y su madre doña Maricela Calderón Becerra, tomaban el “fresco” de la noche, aliviando un poco el bochorno del día. Hablaban con pesar  de un notable habitante  del pueblo que ya no estaba entre los vivos. Unaldo, cumplió con el formalismo de presentarme a su abuela y a su madre, a quienes ya conocía en las historias narradas por él.
Me gustas cuando callas...



Uno de los poemas mes hermosos escritos por Pablo Neruda, que hace parte del libro 20 poemas de amor y una canción desesperad, publicadas en 1924 y que se ha convertido en una de las obras literarias de mayor renombre en el siglo XX.

El pescador de ilusiones

El pescador sale una vez mas,  en su bote, con su red,  remando se aleja de la playa y se adentra en el ancho mar. La luna clara le alumbra y Venus el lucero más grande le acompaña, con un tabaco encendido en su boca y con sus ojos fijos en la superficie ve el reflejo de la gran luna y a la espera se da del momento justo de lanzar su red


La espera es larga y en silencio; al  parecer interminable, el arroja de su nariz humo que captura al instante con su boca, mientras sostiene el tabaco en una de sus manos Aprieta con fuerza sus dientes, signo inequívoco de que la brisa fría que sopla desde la sierra hace mella en su cuerpo, un cuerpo cubierto por una camisa hecha tiras


Su piel quemada por el sol y en apariencia dura se hace frágil, pero el en su bote, inmutable con un pensamiento fijo llevar algo en su red a la orilla, peces que vender , que comer . Solo esa idea se fija entre sus cejas ceñidas ya por el cansancio y por los años que lleva a cuesta.
El hombre pescador es paciente pienso seria todo mas fácil  para el, mucho mejor para  mí.  ¿Quién sabe que es lo mejor para el?

Yo no lo se, ese yo ¿Quién es? Soy solo un espectador que graba cuadro a cuadro lo anteriormente descrito, en una noche de luna grande de solo, estar sentado en el muelle de madera contemplando el mar , pensando en el hoy que será un ayer y en el ayer que fue un hoy .
 Una gran incertidumbre a dopado mi cabeza y como droga que desinhibe, esta en vez de liberarme me cohíbe, oprimiéndome el pecho  me interroga y me pregunta mi conciencia…
 ¿Por qué del silencio?, a caso pronuncias tus palabras que no encuentran eco y prefieres que vuelen al viento
                                                       
Si prefiero que vuelen con el  viento hasta donde esta aquella en la que pienso y por quien me atrevo a escribir lo que siento e ir en contra de lo correcto.


Tiempo llevo sin saber de ella, ese tiempo que ha convertido mi sueño en desvelo. He reído imaginándola, me excitado pensándole, todo lo que ha creado mi mente transcurre en un lapsos imaginario, es porque es fantasía y realidad ambivalencia  presente y me cuestiono  ¿Porqué estar así? Por alguien a la cual, si quieras has visto, sentido  o palpado,  rió  y me respondo, veo hacia el mar y se que seria lo mejor para el pescador; tal vez el don de la ubicuidad así podría  ir el en su bote a los bancos de peces y capturar, llevando hasta la orilla peces que vender que comer, ese don seria lo mejor para mi


Poder estar en donde tu estas, mirarte, escucharte, verte reír, llorar, dormir y soñar, y en vez de tanta espera como el pescador de apretar sus dientes y labios por el frió, de sentirlo sin piedad en su cuerpo, yo seria para ti el momento mas agradable besaría tus labios y los apretaría con los míos, cubriría tu cuerpo con mi cuerpo para calentarte, me convertiría en escudo para cubrir la fragilidad de tu alma, me fijaría en tu rostro dibujándote una sonrisa  y cambiaria tu cansancio por un dulce sueño que perdurara por siempre;  el pescador  y yo tenemos algo en común  un deseo la paciencia de esperar lo que ha de llegar , de ver convertido en realidad nuestros deseos .


Verte a ti si quiera un instante me daría la razón y ya mis palabras tendrían sentido  llegarían hasta ti

Como  ecos,  susurros entre dormidos...

Holmes Salvador Camelo Bernal



Amor a primera vista



 Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.
       
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
       
Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
       
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
       
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
       
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.
       
Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
       
Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.
       
Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.

 Wislawa Szymborska


Imaginarte sin existir.



Imaginarte sin existir, crearte del aliento de mis lamentaciones, de los sin sabores de mis
frustraciones, de la palabra inexistente, de lo triste de mis melancolías, hilvanarte de mis labios
procurando idealizarte, verte convertida en mi realidad, en el sueño que surge en el ocaso y
continua en la alborada. Palparte en lo etéreo de la nada, llevarte en el vientre de mi alma
En la suma total de mis actos, en el nacimiento de mis pensamientos atados a mis
sentimientos. Inventarte, hacerte real, impregnarme de tu aliento, moldearte con piel y mi
carne débil ya corrupta; sacarte de mi cuento inventado paralelo a mi vida, para amarte,
para conjugar por siempre ese verbo en la totalidad de nuestros cuerpos en la vida terrenal y
en la que exista mas haya. Para que llenes mi soledad y hagas parte de mi intimidad, que
seas el motivo de mis sonrisas, de mi locura absoluta, la que libere mi alma, mis emociones
que seas aquella que me cuestione, que me interrogue que debata en mi el motivo de mi
existir, el que por vez primera permita usar mi corazón no como el motor que irriga mi cuerpo
de sangre si no como la morada de tu amor.
Holmes Salvador Camelo

Un Bolero Juvenil
Fernando Quiroz encontró en algún momento de su larga carrera como periodista que lo que lo hacía másfeliz no era reproducir la realidad escueta del día a día sino dedicarse a contar las historias que tenía guardadas y que requerían más largo aliento. Así que sacó tiempo y dedicó su talento a escribir condisciplina y a consagrarse a contar las historias que tenía atragantadas.
La suerte parece acompañarlo desde que tomó esa decisión. Porque su segunda novela, Esto huele mal, fue llevada al cine, lo que le permitió que los que primero vieron la cinta volvieran a su obra y que el nombrede la obra calara en el inconsciente colectivo. Con Justos por pecadores, su tercera novela, fue fi nalista delpremio Iberoamericano de Narrativa Planeta Casamérica en 2008.
Y ahora el también director de la publicación Bacánika vuelve con Como un bolero, una obra sobre un amorabsoluto y envolvente de un par de adolescentes que tiene esa connotación juvenil del desespero y de la dicha afanosa, de sentir que el mundo se va a acabar mañana, de que la historia tiene que escribirse hoy y ya y durará para siempre.
La novela narra el amor de Horacio por María y cómo se desarrolla ese sentimiento torpe y confuso que va creciendo a medida que la distancia y una abrupta separación conservan el hechizo de que el suyo sí era el amor perfecto, hasta que los años por fin se encargan de reencontrarlos. Hace poco Quiroz publicó en surevista que uno de sus diez mandamientos era volver siempre a la niñez. Pues este libro es un retorno a esos amores inocentes y brutales, arrolladores y obtusos, ciegos y felices.